Mis consejos sobre Costa Rica

Playa de MontezumaHoy empieza el verano y con él ¡las vacaciones! Así que me gustaría compartir este post con todos los que queréis visitar Costa Rica, especialmente si estáis en la fase de deshojar la margarita. Lo que voy a hacer es un «corta & pega» de un correo que le mandé el año pasado a una amiga, por lo que os podéis imaginar que son consejos puros y duros, sin trampa ni cartón o lo que hoy en día denominamos #sinfiltro.

Sé que soy muy pesado y que siempre repito lo mismo, pero lo voy a volver a hacer, jajaja. El siguiente texto es mi opinión personal, una conversación de amigos, de tú a tú, por lo que espero no herir susceptibilidades ni enfadar a nadie con mis opiniones. Especialmente si eres ‘tico’ y no concuerdas con mi parecer. Para eso están los comentarios ¡Escribe, no te cortes!

Nosotros fuimos en agosto de 2014. Si no recuerdo mal, del 12 al 30 de agosto, una época «arriesgada» para viajar a esas latitudes. Este es el e-mail:

«Hola guapa, encantado de ayudarte con unos consejos. Antes de nada unas premisas:

1. Costa Rica es genial, un paraíso natural, y de mis mejores viajes de “aventura”.

2. Es de los pocos viajes que he hecho sobre la marcha, improvisando, y no me arrepiento porque la meteorología te puede jugar malas pasadas. Pase lo que pase lo disfrutas seguro.

3. Costa Rica es relativamente cara…  por algo la llaman “La Suiza de Centroamérica”. Matizo: cara para ser América Latina. Precio europeo o un poco menos.

4. La filosofía del “Pura Vida” lo inunda todo. Buen rollo y relax garantizado.

5. La alimentación es monótona pero sabrosa: ‘Gallo pinto’ por la mañana y un ‘casado’ el resto del día. No tienen mucho más. No lo explico porque fijo que ya estás más que informada.

6. Para mi gusto mejor la parte de montaña que de playa. Me explico, las playas son espectaculares porque son muy vírgenes, eso sí que es genial, pero por ende no tienen nada de infraestructura, no son muy recomendables para el baño y suelen estar “sucias”. No hablo de basura, que para eso son muy ‘eco-friendly’ , pero si de palos, algas, conchas, etc. Hay mucha resaca. Eso sí, son ideales para surfers*.

7. Siempre te va a quedar algo por ver. Esa fue mi tortura en 2014, pero aún así el viaje que hagas -sea cual sea- será maravilloso. Los básicos los vas a hacer sí o sí. Así que mejor elige en función de tus intereses y necesidades…

Nuestra ruta fue:

San José  – Puerto Viejo – Tortuguero – La Fortuna – Monteverde – Montezuma – Manuel Antonio – Uvita – San José.

Desgranando esto un poco…

San José.- No vale para NADA. He estado en medio mundo y, con diferencia, es la ciudad más prescindible del Universo, jajaja. Lo reduciría a la mínima expresión: el punto de llegada y partida. Nada más.

Puerto Viejo.- Genial. Caribe. Playas vírgenes*. De Puerto Viejo de Talamanca a Manzanillo hay una carretera, perfectamente asfaltada, que serpentea al lado de la línea de costa. Infinidad de playas en las que perderte entre cocoteros y monos aulladores (no os asustéis, ¡son monos!). Recomiendo alquilar una bici. Es llano.

Camino en bicicleta de Puerto Viejo a Manzanillo

Tortuguero.- Imagino que ya sabrás todo el lío para llegar, en barca, etc. Es otro estilo de Caribe pero mola si nunca has estado en nada parecido a una selva. 90% de humedad y bicherío a tope. Es una parada obligada, sobre todo para ver el desove de la tortuga verde. Para mí fue lo más parecido a un documental de National Geographic.

La Fortuna.-  A los pies del Volcán Arenal -buena foto asegurada- está este sitio de referencia donde se puede hacer de todo: trekkings, rafting, visitar cascadas, etc. Recomiendo los hotsprings. Hay infinidad de ellos pero el duelo suele estar entre Tabacon y Baldi. Si Tabacon (http://www.tabacon.com/) se te hace muy caro -que lo es- yo te aconsejo pasarte por Baldi (https://www.baldihotsprings.cr). Echa un ojo y compara.

Volcán Arenal en La Fortuna

Monteverde.- Para mi otro de los sitios top. El bosque nuboso es muy peculiar. Incluso recomendaría ir antes a Santa Elena que al propio Monte Verde. Tengo entendido que está menos transitado… Aquí, si estás por la labor, se pueden hacer todo tipo de chaladurías: puentes colgantes, tirolinas, puenting… Yo no es que sea muy osado pero sucumbí ¡Ya que estás!

Canopy en Monteverde

Montezuma.- Aquí dudé porque hay infinidad de opciones a la hora de visitar la Costa Atlántica, pero me decanté por la Península de Nicoya, a la que llegué en ferry. El pueblo tiene un ambientazo, quizás demasiado hippie  -popularmente se le conoce como ‘Montefuma’- pero con las mejores playas que vi en Costa Rica. Un sitio muy agradable.

Manuel Antonio.- Mi experiencia es muy buena, la zona de Quepos es espectacular  y fue el parque natural en el que vimos más animales. En su día hice una crónica aquí.

Uvita.- Después de Manuel Antonio y al enterarnos de que en Corcovado estaban cayendo chuzos de punta nos decantamos por ir los dos últimos días a Dominical y Uvita. La primera parada, prescindible… Cuando fuimos nosotros la playa estaba intransitable por los restos de un temporal . Además ese día llovió a mares. Sin embargo en Uvita fuimos a ver las ballenas jorobadas. Es un pelín caro pero pasado el tiempo creo que fue un dinero bien invertido. ¡Una experiencia increíble!

Ballena Jorobada en el Parque Marino Ballena. Uvita.

Lo que falta aquí…

Tengo muy buenas referencias de Corcovado y la Bahía da Drake, siempre y cuando no llueva; así como de la zona de Guanacaste, a la que creo que vais a ir. Varios costarricenses me han hablado maravillas tanto de los parques naturales como de las playas de esa zona: Conchal, Flamingo, Tamarindo, etc.

Nada más que decir… ¡PURA VIDA!«

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Perú(S) 2015

peru logoYa lo advertí en mi Facebook, el siguiente álbum bien podría titularse en plural: Perú(S) 2015, ya que os quiero enseñar algunas de las múltiples realidades que se pueden vivir en este país andino a lo largo de tres semanas. Justo el tiempo que acabamos de pasar recorriendo su mitad sur.

Os presento un país inmensamente rico y que inevitablemente siento muy mio, puesto que mi madre es limeña y en esa ciudad aún conservo a un puñado de personas queridas. Estas son las 18 fotos, casi una por día, que fuimos subiendo en redes sociales conforme discurría la aventura. ¡Pasen y vean!

Día 1: En bicicleta por medio de un desierto de ‘polvo’. Agotador…
La Reserva Nacional de Paracas ocupa una extensión de 335.000 hectáreas de tierra y mar en las que se pueden ver algunas de las playas más bonitas de Perú. Detrás nuestra, la formación rocosa «La Catedral», desgraciadamente mutilada por el terremoto de 2007.

Paracas PeruDía 2: De las impresionantes Islas Ballestas -sin foto- a ‘surfear’ en unas dunas.
Huacachina es un oasis en un desierto en miniatura, situado a 4 o 5 kilómetros de la ciudad de Ica. Aquí se viene a flipar, a montar en buggy y a hacer sandboard.

Huacachina PeruDía 3: Sobrevolando en avioneta figuras enigmáticas.
Alienígenas o no, lo cierto es que las gigantescas figuras del Desierto de Nasca no dejan indiferente a nadie. Solo se pueden observar desde el aire y oscilan entre los 40 y los 300 metros de diámetro.

En 1994 fueron declaradas patrimonio cultural de la humanidad gracias al incansable trabajo de la arqueóloga y matemática germano-peruana, María Reiche.

Nasca PeruDía 4: Una terraza entre volcanes.
Arequipa es la segunda ciudad de Perú, a la que también se conoce como «La Ciudad Blanca» por el color de la piedra de lava con la que se construyeron sus edificios más emblemáticos.

En esta ciudad cosmopolita han nacido y viven numerosos escritores, políticos y artistas; como por ejemplo el Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa.

Arequipa PeruDías 5 y 6: Descenso al Cañón del Colca.
Quizás una de las experiencias más duras de mi vida pero muy reconfortante. Se trata de uno de los cañones más profundos del mundo, cuya singularidad son las miles de hectáreas de terrazas esculpidas por el hombre en las zonas más salvajes y escarpadas de su orografía.

Canon Colca PeruDías 7 y 8: Puno y visita a las islas del Titicaca: Uros, Amantani y Taquile.
A pesar del «soroche» que provocan sus casi 4.000 metros de altura (templos de Pachamama y Pachatata en Amantani), dormir en una casa local fue una experiencia única.

Una noche de alojamiento y tres comidas cuestan 8,5 euros -30 soles-, que pagas directamente a la familia. Si te quieres estirar un poco más comprales algo de artesanía ¡será un bonito recuerdo!

Uros isla PeruDía 9: La preciosa ciudad de Cuzco.
«Ombligo» del mundo según los quechuas, mezcla como ninguna otra ciudad peruana la cultura inca y la colonial. Hay que dedicarle tiempo tanto a Cuzco como a sus alrededores… Además es la ciudad que sirve de base para visitar el Machu Picchu.

Es cara, comparada con el resto, pero bien lo vale…

Cusco PeruDía 10:  Primer día del Inka Jungle Trek.
A 4.200 metros de altura, listos para iniciar un descenso de vértigo. Después de 3 horas de bajada a toda velocidad y comer en el pueblo de Santa María, en pleno Valle Sagrado, acabamos el día con rafting en el río Urubamba.

Una jornada muy ‘gringa’ pero muy divertida…

Abra Malaga PeruDía 11: De Santa María a Santa Teresa
…16 kilómetros de caminata en los que recorrimos diversos acantilados, un tramo del antiguo Camino Inca -en la foto no se aprecia pero estábamos muuuuy altos- e incluso cruzamos el río Urubamaba en una oroya que movía un tipiño con poleas.

Tanta aventura pedía un ‘final feliz’: AGUAS TERMALES. Oh Yeah!

Valle Sagrado PeruDía 12: Viaje a  Aguas Calientes por el camino de la Hidroeléctrica.
Tres horas de caminata a lo largo de las vías del tren y el caudaloso río…

Hidreoelectrica PeruDía 12+1: cumpliendo un sueño viajero.
La «Montaña Vieja» es una de las nuevas siete maravillas del mundo y, sin duda, lo más acojonante que he visto en mi vida.

Más que la ciudadela, lo asombroso es su emplazamiento ¿Como #@&% llevaron todo eso hasta «ahí»?

Machu Picchu PeruDía 14: Domingo de Mercado & Yacimientos arqueológicos.
Sin duda este día es el más indicado para visitar el colorido mercado de Pisac, que se celebra cada mañana en la Plaza de la Constitución.

La fama -y el turismo masivo- han podido con él. De los mercados indígenas que conozco, personalmente me quedo con el de Otavalo, en Ecuador.

Pisac PeruDías 15 al 18: perdidos en la Amazonía peruana.
En este Bosque Tropical se vivió, años ha, la Fiebre del Oro y del Caucho. La historia de siempre: potencias occidentales enriqueciéndose a costa de esclavizar, torturar y asesinar a miles y miles de indígenas. Una vez se lo has saqueado todo, te vuelves a tu casa.

Amazonia PeruEn las aguas cristalinas del Lago Apu Víctor pudimos ver, entre otros bichejos, a la temida Anaconda.

Lago Apu Victor PeruA unos 30 metros de altura, en un mirador, maravillados con la Cocha Perdida (nombre un tanto gracioso para los koruños). Todas esas palmeras que véis son acuáticas y flotan en un inmenso «aguajal» o área pantanosa.

Cocha Perdida PeruRemando en uno de los múltiples lagos que en su día pertecieron al río Madre de Dios.

Madre de Dios PeruDía 19: Viernes noche en Barranco.
Considerado el barrio de los artistas e intelectuales, concentra un animado ambiente nocturno en el que no faltan bares y restaurantes.
Creo que por eso lo elegimos como ‘campamento base’ durante nuestra estancia en Lima.

De Barranco me llevo un gratísimo recuerdo, el reencuentro con dos personas queridas y mi última borrachera. Pasará un tiempo hasta que vuelva a beber un Pisco Sour… por lo menos hasta que se me deje de erizar el vello cada vez que lo pienso.

Barranco Lima PeruDía 20: Adiós Lima, Adiós Perú.
Últimas horas en la capital peruana, frente a su catedral del siglo XVIII.

El centro antiguo de Lima está plagado de pequeñas joyas de la arquitectura colonial, lo que le ha valido para ser declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Hace unos años lo tenían un poco dejado, actualmente está bonito, bonito…

Centro Lima Peru*Todas las fotos de este álbum las ha sacado Antonio gracias a su destreza con la GoPro, nuestra última adquisición viajera.
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Neang, el conductor de tuk tuk de Angkor

Neang-Camboya-tuk-tukLo reconozco. Soy de esos que cuando va de viaje recopila todo tipo de papeluchos que en el momento parecen muy útiles pero luego, al llegar a casa, ‘Nanai de la China’: ni los miras. En mi caso hago una pila, una pila enorme de tarjetas, facturas, entradas, panfletos y servilletas escritas a mano. “El que guarda siempre tiene”, dicen las abuelas, pero lo mío es una escombrera…

El caso es que el otro día, casualmente, encontré la media hoja de libreta que ha motivado este post. Un trozo de papel que ponía “Neang” y un número de teléfono. ¿Queréis saber quién es el dueño de tan ‘onomatopéyico’ nombre? Pues el conductor de tuk-tuk que nos llevó a visitar los templos de Angkor, en Camboya, en verano de 2013. Un tío bonachón, regordete, con cara de no haber roto un plato y un intento de bigote a lo Fu Manchu. VamosAntonio-Angkor-bicicleta, un crack.

Por si no lo sabéis, Angkor es uno de los sitios arqueológicos más importantes del Sudeste asiático y del mundo. Un sitio único. Irrepetible… y las opciones para conocerlo, varias. Existen pases de 1, 3 y 7 días a 20, 40 y 60 dólares, respectivamente. Si te vas a echar la semana, o casi, recomiendo la bicicleta. Eso si, hay que estar en forma, llevar bastante agua para combatir el calor y no descartar que de un momento a otro acabes llevando ‘de paquete’ a un mono con ganas de marcha.

Jaime-Angkor-bicicletaSi sólo vas a ir de 1 a 3 días, el tuk-tuk es una opción buena, bonita y barata. Un consejo: pasad de la Oficina de (des)información de Siem Riep, mejor preguntad precios en la calle o a alguien de confianza en vuestro alojamiento. Ya sabéis: oferta y demanda. Por unos 12 dólares/tuk-tuk os buscan en el hotel, os acompañan desde que abre hasta que cierra el recinto, os dejan a los pies de cada templo y os esperan para recogeros a la salida. Con suerte ¡hasta os explican algo! ¿Qué más se puede pedir? La verdad es que nada.

Los camboyanos son gente amable, respetuosa y sonriente. Por lo menos con los que nosotros coincidimos ¡No los conocemos a todos! ;-) Neang se portó de maravilla con nosotros y le prometí un poco de publicidad “al llegar a mi país” pero extravié el papel con sus datos. He tardado año y medio, pero algo me dice que Neang sigue por ahí, raudo y veloz, zumbando por la carretera que separa Siem Reamp del complejo arqueológico de Angkor. Así que ya sabéis… si tenéis pensado visitar esta joya Patrimonio de la Humanidad probad suerte:

Neang: +855 92356033

 tuk-tuk-AngkorY recordad: imprescindible una mochila con agua, repelente, una visera, algo de comer y mucho pero que muuuuuuuuuucho espíritu aventurero.

Seguiré informando…
Corto y cambio.

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El perezoso existe

oso perezoso costa rica cartelHoy escribo para contaros una historia de esperanza, aquella virtud que según dicen algunos viste de verde y es lo último que se pierde. Aunque también podría ir al refranero español -siempre tan rico y acertado- y decir que la moraleja de esta historia es aquello de que “el que la sigue, la consigue”…

El caso es que este verano hemos hecho un viaje de (casi) tres semanas por Costa Rica, mochila al hombro, con nuestras Chiruca y todo el equipamiento de Decathlon en su modalidad «Adventure». Costa Rica es el país más feliz del mundo pero uno va allí básicamente a ver dos cosas: plantas y bichos. Por eso aterrizamos vestidos de Dora, la Exploradora

A mi la verdad es que las plantas me dan igual, pero los bichos ¡Ay los bichos! Lo que me gusta a mi un bicho… imaginaos entonces mis expectativas yendo a un país con más de 500.000 especies, un 4% de las que existen en todo el mundo. Monos, cocodrilos, ranas venenosas, delfines… de todo, pero yo iba a tiro fijo: quería ver un oso perezoso.

No se si achacarlo a un trauma infantil o a lo mucho que leí sobre este simpático animal antes de ir, pero lo cierto es que una vez se pone el pie en tierras ‘ticas’ el bombardeo es constante: perezosos en los billetes, en las tiendas de souvenirs, en las vallas publicitarias. Todo son perezosos, “sloths” para los gringos. Y yo, que soy culo veo, culo quiero, desde el minuto cero empecé a demandar: “quiero ver un perezoso”, “quiero ver un perezoso”, “quiero ver un perezoso”… Antonio ¿fue así o no fue así?…

08_10000RAdemás todo el mundo acrecentaba mis ansias con historias de que se podían ver a patadas aquí y allá, que las hojas de tal árbol le encantaban, que salen justo después de una fuerte lluvia… U-NA-MIER-DA. Pasaban los días y ni rastro de un perezoso. Nada. Cero. Ni grande, ni pequeño, ni cerca, ni lejos. No vimos ni al primero y comencé a ponerme nervioso.

En Tortuguero porque llovía demasiado; en La Fortuna porque hacía dos días que estaba en un sitio pero se había esfumado; en Puerto Viejo no debimos mirar bien (sic) y en Monteverde el invierno estaba pasando factura a los árboles y no estaban muy apetecibles para cualquier bicho que midiese más de un palmo. Vamos, que no había suerte. Los planetas no confluían para que Jaime García, de Sada, amortizase los 8.500 km recorridos y viese un @$&%=! perezoso. Eso sí, tenía una tortícolis horrorosa de tanto mirar a los árboles. «Perezoooooosooooo ¿donde estás?»

Así que en nuestra última gran etapa del viaje, Pacífico medio, apostamos todas las fichas al Parque Nacional de Manuel Antonio, una de las reservas naturales más visitadas de Costa Rica y en las que se supone que hay más animales. Y allí algo vimos… Había una aglomeración de turistas: “Sloth, sloth, sloth… i´ts a baby sloth”. Apunté con los prismáticos y solo acerté a ver una bolilla de pelo que tanto podía ser un bebé perezoso, como el fol de una gaita o un complemento del Bershka. “Algo es algo” me consoló  Antonio, que siempre trata de animarme.

Pues nada, en la siguiente escena de esta angustiosa película, “No sin mi perezoso”, decidí mandar al cuerno al parque, al perezoso y a toda su estirpe. Abortar el plan y parar en una de las maravillosas playas que hay en Manuel Antonio a conseguir por lo menos un bronceado que fuese trending topic en España. Ahí comencé con la fase de negación. Juré y perjuré que lo del oso perezoso era una patraña publicitaria y que solo se podían ver en los billetes de 10.000 colones. Aseguré que no existían, que seguro que con tanta sobreexplotación turística los habían aniquilado y sabe dios que más cosas.

Rajé y rajé… y rajé…y rajé… hasta que me quedé ‘tan a gustito’ sobado sobre mi toalla. Y fue ahí, seducido por Lorenzo cuando abrí los ojos y entre brumas -y alguna legaña- LO VI. Colgado de una rama con esa sonrisa bobalicona tan característica, mientras sus afiladas uñas -dedos- intentaban alcanzar unas hojas de una rama contigua.
“Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!!!!!!!!!! ¿dónde está la cámara? ¿dónde está la cámaraaaaaaaaaaaaaaaaaaaa?”

oso perezoso costa ricaLo demás os lo podéis imaginar: La que has liao pollito’… Hice tal escándalo que media playa apareció allí con sus objetivos, sus teleobjetivos y sus macro-objetivos. Vamos, que no apareció el Hubble de milagro. ¡Un perezoso! ¡un perezoso! … Se ve que no era el único desesperado por encontrarse con nuestro amiguito. Es más, se ve que la alegría desbordante les impidió ver a las ¾ partes de los paparazzi que estaban de pie sobre nuestras toallas y nuestras cosas. Pero bueno, ya que era el héroe de la playa tampoco iba a estropear mi momento con nimiedades como el respeto a los bienes ajenos. Así que me limité a disfrutar.

El perezoso, perdón, LOS perezosos -al final apareció también su señora- nos deleitaron con un repertorio de hiperactividad que no hacía gala a su nombre. Venga para allá, ahora para acá, que si cojo esta rama, que si me la como, que me cambio de lado, ahora echo una sonrisita… ¡vale! es su expresión pero a mi me gusta pensar que me sonrieron con complicidad. Había más flashes que en un photocall de Gran Vía. Yo no fui tan paleto, solo saqué ¿media centena de fotos?… ehhh… bueno, quizás alguna más. Pero con estilo.

IMG_7509 - zoom IMG_7477oso perezoso costa rica En definitiva, esta historia trata de ser un reflejo de mi experiencia con el oso perezoso de Costa Rica. Quizás, como viene siendo habitual, está un poco aderezada, con una pizca de imaginación y afán lúdico. Quizás no. ¿Qué más da? En última instancia es mi historia y la cuento como me salga de las narices al fin y al cabo el único que puede desmentirla es Antonio y no creo que se atreva ;-) Sin embargo yo si que me tengo que retractar y decir bien alto: Señores, el perezoso existe… y mucho ¡¡¡Y es más riquiño!!!

Eso es todo. Nos vemos.

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Y volver, volver, voooolveeeeer…

IMG_8020Ha sido pensar en este post y escuchar la ranchera de Vicente Fernández: “Y volver, volver, voooolveeeeer…” porque de eso se trata, de la ansiada vuelta a ciudades que me han fascinado y a las que creo que nunca me cansaría de regresar, aunque siempre sea en pequeños viajes.

Antonio sabe perfectamente de que hablo. Es un ritual. Me subo al avión/tren/autobús de vuelta y lo primero que digo es “¡Tenemos que volver!”. No se trata de repetir sino de una vuelta sosegada, para disfrutar, en la que olvidarte de poner crucecitas en el mapa y “vivir” la ciudad.

Hasta ahora lo de volver se había quedado en una declaración de intenciones y acabábamos optando por sitios nuevos a la hora de planear una escapada. Pero este año no, 2014 quedará en mi memoria como el año de las vueltas ¡Como no! En menos de dos meses hemos revisitado París, Múnich y Londres. No está nada mal…

Lo bueno de estas ciudades es que aunque las visites por segunda, tercera o cuarta vez, SIEMPRE encontrarás cosas nuevas que ver y hacer. Una ojeada a sus webs, buscando en la agenda por fechas, te puede servir en bandeja oportunidades que no debes desaprovechar. Festivales, conciertos, exposiciones, eventos deportivos, todo vale para enriquecer tu paso por ese sitio.

Street Life Festival
Por ejemplo, a finales de mayo hemos estado en el Street Life Festival de Múnich, un sarao que organizan dos veces al año en la capital bávara y en las que toda la ciudad se echa a las calles. Durante dos días, la Leopoldstraße y la Ludwigstraße, se convierten en un paseo peatonal kilométrico en el que conviven puestos de salchichas, exhibiciones de baile, deportes, ONGs y muchísimas actividades más. Vamos, como la Fiesta del Barrio de San Pedro pero a lo tocho. La próxima edición, más otoñal, será el 13 y 14 de septiembre. Apuntadlo.

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imageRobert Mapplethorpe
En París la cosa fue más ‘gafapasta’ y es que allí la oferta cultural es ‘Oh là là!’, in-cre-í-ble. Si ya has visitado el Louvre, el Museo de Orsay y el Pompidou te propongo que eches una ojeada a museos como el Rodin, el Picasso o el Quai Branly, un museo etnológico sobre las civilizaciones de África, Asia, Oceanía y América. Otra opción muy buena es ver que hay expuesto en el Petit y el Grand Palais.

imageUno de los motivos por los que esta Semana Santa decidimos volver a ‘La Ciudad de las Luces’ fue para poder visitar la exposición que el Grand Palais dedicaba a Robert Mapplethorpe, un icono de la fotografía del siglo XX, del que se ha dicho que supo representar como nadie “el clasicismo de lo obsceno”. La exposición se complementaba con otra muestra -para mi aún mejor- en el Museo Rodin, en la que se ahondaba en la visión “escultórica” de los retratos del fotógrafo newyorkino. Muy recomendable.

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Domingo de mercadillo
A Londres fui de fin de semana, un fin de semana loco del que espero hablar largo y tendido más adelante. ¿Y que se puede hacer un domingo en Londres? ¡Pues ir de mercado en mercado! Después de varias visitas a Camden y Portobello Road; en esta ocasión pude comprobar que hay vida más allá y disfrutar de uno de los mercadillos domingueros más auténticos que he visto: el Brick Lane Market.

IMG_8036El mercado se extiende a lo largo y ancho de la calle Brick Lane, centro de la comunidad bangladesí del East End londinense. Es un mercado animado y colorista donde el arte fluye por todas partes, incluído en sus paredes, repletas de grafittis increíbles. Es algo desordenado y sucio, menos vistoso que sus colegas de Notting Hill o Camden, pero muy auténtico. Se puede beber y comer “barato” en cualquiera de los cientos de puestos que hay -especialmente de comida india-, comprar cuadros y láminas originales, encontrar ropa de segunda mano… Bueno, lo que esperas de un mercadillo londinense…

IMG_8054 IMG_8039Estas son solo unas ideas, pero hicimos muchas más cosas en cada uno de estos viajes. Ya lo iré contando en cuanto tenga más tiempo… y ganas. Por cierto, Antonio ¿sabes que te digo? ¡¡¡TENEMOS QUE VOLVER!!!

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Restaurantes buenos, bonitos y baratos en París (III): La Crêperie de Josselin

16No hay dos sin tres, así que hoy cierro ciclo -de momento- dando un salto geográfico de abajo arriba. Pasamos de la contundente cocina del suroeste francés de Chez Gladines a la Bretaña, concretamente a la La Crêperie de Josselin, un icono parisino que afortunadamente para nosotros aún no ha perdido su condición de ‘triple B’.

La Crêperie de Josselin recrea el ambiente de una fonda bretona, con mosaicos y platos esmaltados. Está en el número 67 de la Rue du Montparnasse, o lo que es lo mismo, la calle que concentra más crêperies por metro cuadrado de París. La decisión entre un local u otro puede resultar difícil pero una vez más la hilera de gente que ocupa la acera frente al Josselin te puede dar una pista.

2Lo bueno de este tipo de locales es que la decisión es muy fácil. Allí se va a comer una crêpe -dulce y/o salada- y un par de vasitos de sidra para acompañarla. Los precios son bastante económicos, especialmente teniendo en cuenta la calidad, y el servicio es rápido y atento. No te agobian pero si tienes que saber que no es un sitio de sobremesa. Comes, disfrutas y te vas.

5Para los que no están muy puestos en cocina francesa, como yo, hay que tener un concepto claro antes de ir. La crêpe que solemos conocer en España, la dulce, nada tiene que ver con la modalidad salada que encontraremos en este sitio. La salada se llama galette o crêpe de sarrasin y está hecha con harina de trigo sarraceno, lo que le da un sabor distinto, además de un color más oscuro.

Otro aviso: no se trata de un sitio apto para gente que busque ‘algo ligerito’ para matar el hambre. Una simple visita a la galería fotográfica del local en Tripadvisor, por ejemplo, ya nos anuncia una visita hipercalórica. Huevos fritos, bacon, queso, jamón… todo vale para rellenar una crêpe que no te dejará indiferente. Y eso hablando de las saladas, ¡espérate a ver las dulces!

711Las galettes van desde los 6,10 euros, con un solo ingrediente, a los 9,30 de las especialidades de la casa. Las cargaditas de bombo. Las crêpes dulces oscilan entre los 5,50 y los 7,10 euros, y valen perfectamente para compartir. La botella -75 cl- o jarrita de sidra vale unos 9 euros. O sea, ‘triple B’ clarísimo.

El local suele estar llenísimo, así que se recomienda ir temprano, en horario europeo, si no se quiere aguantar la cola. Dentro hay mesas pequeñas de 2 y cuatro personas y los clásicos bancos corridos en los que compartir mesa y mantel con tus vecinos. El éxito del local ha hecho que hayan abierto una sucursal a escasos metros: Le petit Josselin, pero ese lo dejaré para mi próxima visita a París.

¡Hasta la próxima!

¿Dónde? 67 Rue du Montparnasse

¿Cómo llegar? M: Edgar Quinet

¿Cuánto? Galette, sidra y una crêpe dulce compartida por unos 15 euros

¿Cuando? De 12 a 23 horas

Para saber más… No tienen web. Os dejo el enlace en Tripadvisor

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Restaurantes buenos, bonitos y baratos en París (II): Chez Gladines

…Y de Chez Chartier pasamos a Chez Gladines, un bistró vasco-francés del arrabal parisino. Según acabo de ver en su web, a día de hoy ya han abierto hasta cuatro “sucursales” en la ciudad pero nosotros, por si acaso, nos fuimos al original, al del distrito número 13.

A primera vista el Gladines es un sitio sin encanto, situado donde Cristo perdió la zapatilla y lleno de pósters, pegatinas, pintadas e ikurriñas. Pero cuando te sientas a comer la historia cambia. Comida sencilla pero rica que se distribuye, básicamente, en especialidades vascas y del suroeste francés.

Nosotros fuimos directamente a las francesas, que para eso estábamos en territorio galo. Todo tenía muy buena pinta: entrecots a las finas hierbas, escalopes, pato en todas sus variantes –magret, confit, pavé– y, como no, la bomba que me comí yo: la cassoulet maison.

Tengo que reconocer que me equivoqué al pedir y pensé que era otra cosa, pero como suele pasar muchas veces en terreno gastronónico el error resultó delicioso. Según la Wikipedia, la cassoulet es un plato típico de las regiones de Languedoc y Pirineos que consiste en un guiso de alubias y diversos trozos de carne. La mía tenía chorizo, tocino y creo que algo de pato. ¡Menudo fabadón que me metí entre pecho y espalda!

A estas alturas no hace falta que os diga que la comida, cuando menos, es abundante. Debí imaginarlo cuando El Viajero, el suplemento de viajes de El Pais, decía que las porciones del Gladines “cumplen draconianamente los requisitos para un sustancial banquete en la aldea gala de Astérix y Obélix”. No mienten. Doy fé.

7  Mención especial requieren las tablas de embutidos y quesos. Nosotros, que somos muy queseros, optamos por esta segunda opción y por poco más de 9 euros nos pusimos ciegos de Cantal, Chèvre, Roquefort y queso de Brebis, todo acompañado de mucho pan. Pan, que por cierto, no cobran… como el agua. Además, si prefieres opciones (aún) más económicas hay unos platazos de patatas con queso y jamón serrano y varias ensaladas mega-variadas que traen en gigantescas fuentes de acero inoxidable.

El ambiente es muy agradable y por lo que tengo entendido siempre está hasta la bandera. Nuevamente en París estamos ante un local en el que no reservan, es probable que hagas cola y no existe el concepto de mesa individual. Así que salvo que seáis tres o cuatro, lo más normal es que compartáis mesa y mantel. ¡Ah! tampoco aceptan tarjetas de crédito o “CB”, como dicen ellos.

En resumen, el sitio es muy recomendable si buscas hacer una parada en la ruta turística, comer mucho y bien -con mantelito de cuadros-, y coincidir en la mesa con gente del barrio. Todo por un módico precio: ensaladas a partir de 7 euros, los platos de embutidos y quesos por unos 3 y medio; especialidades vascas a 8,90 y platos franceses por 9,80 euros. Los postres, si llegas, empiezan en 4 euros y parecen igual de copiosos que el resto. Nosotros no nos atrevimos.

¿Dónde? 30 rue des Cinq- Diamants

¿Cómo llegar? M: Corvisant

¿Cuánto? Pagamos poco más de 15 euros por cabeza.

Para saber más… http://gladines-restaurant-paris.fr/

http://www.gladines.com/

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Restaurantes buenos, bonitos y baratos en París (I): Chez Chartier

Desde que anuncié en Facebook que escribiría sobre donde comer “bueno, bonito y barato” en París ya han sido varias las personas que han dudado de mi al más puro estilo aquiniano. Todos coinciden en que bueno y bonito, vale, pero que encontrar sitios baratos y de calidad en la Ciudad del Amor es una tarea casi imposible. Según un informe de la Economist Intelligence Unit (EIU) París es la segunda ciudad más cara del mundo, solo superada por la futurista Singapur, pero hacedme caso: se puede. Para todos aquellos incrédulos, voy a ir revelando algunos sitios donde -a mi juicio- se come con la Triple Be. Hoy le toca al Chez Chartier

Interior de Chez Chartier, una vuelta a la Belle Époque

Al Chartier fui en mi penúltimo viaje a París. Entrar en este «Bouillon» -antiguos restaurantes de comida barata para obreros- es como retroceder a finales del siglo XIX. Concretamente a 1896, año en el que se fundó el restaurante y que ha dado al local ese aire tan decimonónico que ya merece una visita de por si. Y es que el Bouillon Chartier está clasificado desde hace ya algunos años como Monumento Histórico de la ciudad de París.

Al principio choca su entrada, anodina y con cartel de neón incluido. Después te das cuenta que el restaurante está dentro, en un patio interior, y que la cola de gente que ves está esperando para lo mismo que tú…Cruzas la puerta giratoria y ¡voilà! Estas en medio de un amplio salón Belle Époque con paredes color crema, espejos, mobiliario de madera, lámparas modernistas, un enorme reloj de estación y dorados portaequipajes sobre tu cabeza, muy prácticos para dejar los bártulos de turista. En una esquina un detalle asombroso: un mueble con casilleros numerados en los que los clientes fijos guardaban sus servilletas y sus cubiertos hasta la próxima visita. De película…

En plena faena y con la comanda apuntada en la mesa

¡Pero hemos venido a comer! Así que una vez pasado el shock inicial descubrimos una carta de calidad, rápida y barata en la que encontramos platos tan típicamente franceses como el confit de canard (pato confitado), andouillette grillée (salchichas a la parrilla con mostaza) o tartare de boeuf (tartar de ternera), por no hablar del foie gras o los excelentes quesos como el de chèvre, camembert o el bleu d’Auvergne. Para los estómagos con más aguante, media docenita de escargots o caracoles y que dios os pille confesados.

Otro detallazo de película: los camareros. Corretean por el salón, gesticulando con su acento francés ‘monsieur, s’il vous plaît’ y cogiendo comandas que apuntan a lápiz en el mantel para luego hacerte las cuentas de la vieja a la hora de pagar. Todos van perfectamente uniformados: chaleco negro, camisa blanca, pajarita y un larguísimo delantal que, si has visto la película, no podrá dejar de recordarte a ‘Ratatouille’.

Con el segundo plato. El camarero y el cajetín de los cubiertos al fondo.

Para acabar, solo ponerle una pega que ya os anuncio que se puede extender al resto de locales parisinos de los que os voy a hablar y es que no es un sitio para tener precisamente una cita romántica. Te sientan donde les cuadra y si no recuerdo mal prácticamente todas las mesas son para cuatro personas, así que es más que probable que tu bis a bis se convierta en una cena de dobles parejas. Pero bueno, estás de vacaciones y en París ¡qué más da! Además, Chez Chartier es un sitio donde los turistas se entremezclan con parisinos de toda la vida, así que aprovecha la oportunidad y lánzate a practicar francés…               ¡Au revoir!

¿Dónde? 7 Rue du Faubourg-Montmartre.

¿Cómo llegar? M: Grands Boulevards.

¿Cuándo? Todos los días de 11.30 a 22 horas, ininterrumpidamente.

¿Cuánto? Cada día en su pizarra ofrecen unas sugerencias en la que confeccionan un menú completo por unos 18 o 20 euros. Pidiendo por la carta hay entrantes desde 1,80 euros, platos a 8,50 y postres a partir de 2,20 euros. Para los bolsillos más apretados la sopa de la casa está a un eurito.

Para saber más… http://www.bouillon-chartier.com/en/

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Persiguiendo a Van Gogh: Arlés

Puente_Lavanderas_Arles_Van_Gogh

Cuando estaba en la Universidad, planeé mi primer viaje ‘loco’, que -obviamente- nunca realicé por falta de presupuesto… que no de ganas. Le había puesto un título muy ambicioso, “Persiguiendo a Van Gogh”, y era un recorrido por los principales escenarios de su vida.

Me acababa de leer Anhelo de vivir, una novela de Irving Stone que repasa la azarosa vida del pintor, desde su Zundert natal a la localidad francesa de Auvers-Sur-Oise, en cuyo cementerio descansa Van Gogh junto a su hermano Theo. Resta decir que como buen estudiante de Historia del Arte, el viaje contaba con visitas a algunos de los principales museos que guardan obras del pintor holandés.

Pasado el tiempo, me acordé de aquel viaje que se había quedado atrapado en el interior de mi viejo PC. Ya tenía presupuesto pero no disponía de tiempo… ¡El eterno problema del viajero! …¿Qué hice? Pues sacarme la espinita con una escapada relámpago a Arlés, la localidad de la Provenza Francesa a la que Vincent llegó atraído por la luz del Sur, dejando tras su paso más de 300 obras, algunas tan geniales y conocidas como su habitación.

De esa experiencia, que ya os adelanto que fue un poco “decepcionante” -quizás porque no disfruté de esa luz sureña que enamoró al pintor- os dejo aquí un resumen de los principales lugares que se pueden visitar tras los pasos del “Fou-Roux”. Se trata del Circuito Van Gogh, que a través de diez paneles desperdigados por la ciudad nos indican el sitio exacto donde el pintor colocó su caballete y la pintura que plasmó. Van Gogh estuvo en Arlés 15 meses, de febrero de 1888 a mayo de 1889.

  1. Le Café “Le Soir”. Empiezo por esta porque ¿quién no conoce este cuadro? La terraza de este viejo café -hoy rebautizado como  ‘Café Van Gogh’- es para todos una imagen icónica del postimpresionismo y de la forma de pintar vangoniana. Hoy día es un lugar eminentemente turístico, en plena Plaza del Foro, pero que ha sabido recuperar una estampa mítica para los turistas culturetas que llegamos con ganas de Van Gogh… Cafe_Noche_Arles_Van_Gogh
  1. L’escalier du Pont de Trinquetaille. Personalmente, no había visto este cuadro en mi vida pero se ve que el sitio guarda gran parecido con lo que fue hace más de 120 años, que se dice pronto. Si coincide de camino se le pueden prestar un par de minutos.Puente_Trinquetaille_Arles_Van_Gogh
  1. La nuit étoilée. Tenía claro que los cielos estrellados eran la visión particular del pintor y que no vería nada ni siquiera parecido. No obstante, un paseo de noche a orillas del Ródano nunca está de más. Eso si, mejor deleitaros con el cuadro original ¡No hay color!Noche_estrellada_Rodano:Arles_Van_Gogh
  1. La maison jaune. Van Gogh alquiló en la Plaza Lamartine esta casa “amarilla” en mayo de 1888. Lamentablemente fue bombardeada casi sesenta anos después, durante la Segunda Guerra Mundial y, como se aprecia, no queda nada de la parte delantera. La imagen no vale mucho pero la gracia de este edificio radica en haber sido testigo de una de las relaciones más turbias del arte contemporáneo: la de Van Gogh y Gauguin.Casa_Amarilla_Arles_Van_Gogh
  1. Les arènes. Así se conoce popularmente al anfiteatro romano de Arlés,  orgullo y emblema de la ciudad, especialmente tras su declaración como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Quizás lo que más me sorprendió de este edificio es que está encasquetado en medio del corazón de la ciudad, sin apenas mucho espacio para verlo con perspectiva. El interior está bastante adulterado ya que se usa para eventos taurinos; un auténtico furor en Arlés, donde impera el mundo “cañí” (y los gitanos, por cierto). Lo visitamos prácticamente a solas por lo que no sé si en pleno apogeo podría traer un vago recuerdo del cuadro vangoniano.Arena_anfiteatro_Arles_Van_Gogh
  1. Le vieux Moulin. Creo, repito, “creo” que lo vi aunque estaba un poco complicado de encontrar, incluso con el mapa que lo sitúa exactamente en la Rue Mireille. Si me permitís la sinceridad: no merece la pena acercarse. Un bluf.Viejo_molino_Arles-Van_Gogh
  1. Les Alyscamps. Otro de los lugares de época romana declarados Patrimonio de la Humanidad en Arlés. Se trata de una una gran necrópolis cuyo paseo tiene su encanto, aunque casi me quedaría con la iglesia en ruinas del final: San Honorato. Un lugar muy ‘romántico’, donde reina a ratos iguales el silencio y el zureo de las palomas. Gauguin, el amiguito de Van Gogh -hasta lo de la oreja, claro- también pintó estos particulares Campos Eliseos.Alyscamps_Arles_Van_Gogh
  1. Le jardin public. Un jardín ramplón en el Boulevard de Lices. Es más, yo casi aprovecharía la visita un sábado por la mañana que es cuando esta calle acoge un mercadillo de productos provenzales. Mucho más interesante hacerte con un salchichón de Arlés, un queso de cabra, sal de la Camarga o una tapenade y una buena baguette.Jardin_publico_Arles_Van_Gogh
  1. Le jardin de la maison de santé. Es el jardín del antiguo Hospital de Arlés donde el pintor fue tras el incidente con su oreja derecha. Actualmente a este sitio se le denomina “Espacio Van Gogh” y cuenta con locales comerciales en su planta baja y el Instituto de Enseñanza Media en la superior. El claustro y el jardín han sido restaurados imitando, tal cual, el cuadro. Resulta bastante artificioso…Hospital_Arles_Van_Gogh
  1. Le Pont de Langlois aux Lavandières. Y dejo para el final la niña bonita del recorrido: el puente de las lavanderas, reconstruido tal cual en una zona bastante alejada de lo que es la ciudad, es otro de los puntos que -en mi opinión- hace que uno vuelva a ese Arlés de finales del siglo XIX. Como he comenzado el post con la foto de mi visita a este lugar, acabo el recorrido con una versión del cuadro original.Puente_Van_GoghEn definitiva, 10 paradas -de las muchas que podrían haber sido- que nos acercan un poco más a lo que fue Arlés a finales del siglo XIX y especialmente a una de las etapas doradas en la producción pictórica de Van Gogh. ¡Quién sabe! Algún día completaré el recorrido que ideé hace años siguiendo la estela de este genial pintor. Si lo hago, no dudéis que será aquí donde lo cuente… ¡Hasta pronto!
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Vuelta al cole en Camboya… ¡Gracias Intervida!

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Porque no es lo mismo contarlo que vivirlo -¡gracias Samantha!-, hace poco más de un mes Antonio y yo decidimos aprovechar un viaje a Camboya para conocer de cerca el trabajo que hace allí Intervida. Desde hace años colaboramos con esta ONG, primero con un “ahijado” en Perú y luego en Filipinas. Una ayuda cuyos frutos seguimos a través de Internet, las memorias anuales o los trabajos escolares que regularmente te envían a casa.

Aun así no es lo mismo…

Así que una vez descartada la posibilidad de viajar a Filipinas, para ver a nuestro actual ahijado, el personal de Intervida nos comentó que podíamos visitar otro proyecto que tuviesen en marcha, en cualquier lugar del mundo. Y ¡Voilà! En nuestra ruta por el Sudeste asiático aparecía Battambang, una región al noroeste de Camboya, donde trabaja la ONG y a la que nos sería fácil de acceder desde Siemp Reap, nuestro centro de operaciones camboyano.

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No sin mucho trabajo, en España y en Camboya, allí llegamos. Varias horas de autobús, malentendidos, conversaciones telefónicas surrealistas… ¡pero allí estábamos! Al bajar del autobús, nos estaba esperando Poliveth, el enlace de KNKS, la ONG local que trabaja como contraparte de Intervida. Con él dejamos atrás la burocracia y nos metimos de pleno en la visita. Por fin…

Poliveth nos enseñó su oficina, nos explicó en que consiste su trabajo, que se resume en facilitar el acceso a la educación preescolar y primaria de los niños que viven en la zona rural de la provincia de Battambang. También nos presentó a su compañera y a un grupo de voluntarias, y pudimos presenciar una reunión para organizar talleres de prevención de alcoholismo y violencia de género. Como anécdota, añadir otro aprendizaje: como viajar tres hombres adultos en una scooter y no morir en el intento. ¡¡¡Auténtico!!!

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Con toda la teoría sabida, pasamos a la práctica, volvimos a las motos y fuimos a la escuela: la Slor Kram Primary School, que estaba en una zona rural a unos 20 minutos de la ciudad. El trayecto, “melena al viento”, fue emocionante: caminos que eran auténticos barrizales -era la época de lluvias-, las aguas color chocolate del río Sangker, poblados, cabañas, gallinas, vacas famélicas…vamos, Camboya 100%. Pero fue llegar al colegio y se hizo la luz.

La experiencia fue fantástica. Primero nos entrevistamos con el director, que nos contó que llevaba allí más de 30 años y que había ayudado a educar a miles de niños y niñas. Nos explicó la importancia de la formación primaria, el perfil de alumnos que acudía a la escuela y como algunos llegaban incluso a estudios superiores. El mensaje fue claro: SIN EDUCACIÓN NO HAY FUTURO. Y más en un país donde el 43% de la población son menores de 18 años. ¡El 43%, señores!

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En las aulas todo fue buen rollo ¡No me extraña que le llamen “El Pais de la Eterna Sonrisa”! También hubo muchos nervios: nuestros y de ellos. Una a una, fuimos entrando en cada clase de primaria y saludando y hablando con los niños. Hubo preguntas por nuestra parte y por la suya, ya que en un  perfecto inglés se interesaron por nuestros nombres, familias y aficiones. Los vimos haciendo ejercicios de matemáticas, dictados, estudiando geografía y ciencias naturales…de todo, pero nos quedamos con sus caras de alucine cuando nos vieron aparecer. Sé que soy repetitivo pero os lo recomiendo, es una experiencia única.

Después de un buen rato de turné, dejaron salir a algunos niños al patio para que se hiciesen una foto de grupo con nosotros. Luego, tuvimos que volver… estábamos de paso y nos quedaban varias horas de vuelta a Siem Reap. El momento realmente mágico fue cuando salimos de la escuela en las motos, a ambos lados los niños nos hicieron un pasillo y saludaban como locos: adiós, adiós, adiós…

El camino de vuelta se hizo mucho más ameno… ¡Lo habíamos conseguido!

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El que quiera saber más sobre el proyecto en Camboya, que pulse aquí.

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